No tengo muy claro cómo llegamos al punto de hacer los días reversibles, pero llegó un momento en que nos dábamos largos baños a las dos de la mañana, paseos nocturnos para evitar el tráfico de gente y atípicas cenas de madrugada. El desayuno era cosa de las seis de la tarde, después de dormitar todo el día y, ¿quién necesita planes cuando tienes una enorme cama y tiempo para compartirla?
Tal vez usáramos el tiempo de manera extraña, pero desde luego no lo desperdiciábamos.
Luego llegó el mal sabor de boca que siempre acaba llegando cuando te acuerdas de que nada es para siempre y menos esto tan perfecto y, por tanto, tan vulnerable, que teníamos entre manos. La realidad no tardaría en llamar a la puerta, y los baños ya no eran tan largos...ni los paseos tan gratificantes. Era como si un enorme reloj en cuenta atrás se hubiera instalado en casa sin intención de marcharse, haciendo cada vez más y más ruido, recordándonos lo que estaba por llegar.
Aunque hicimos lo posible por no escucharlo, el constante tic-tac nos acabó superando.
- Volvemos cuando quieras, ya lo sabes - me dijo a cierta hora de la noche
- Creía que estabas dormido
- Últimamente me cuesta dormir...
- Igual que a mi
Después de esto, nada. Silencio. Note cómo me rodeaba con los brazos. Y el sonido del reloj por fin se suavizó un poco.
Y este me gusta todavía más, pero parece escrito por otra persona, como si la autora hubiera crecido un siglo en menos de un mes. Versatilidad dicen que se llama... :)
ResponderEliminarqué ilusión que me leas!! Acabo de ver lo de tu premio, mil enhorabuenas!! Voy a contestar a tus preguntas corriendo... Y gracias por incluirme en tus 7 ;)
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